Él nunca da marcha atrás a sus promesas

por Universo Cristiano 01/02/2012 1 comentarios

Por Zabdiel Torres. Era 1984, tenía 12 años de edad, estaba en mi cuarto cuando escuché el llanto de mi mamá que venía de la planta baja. Al instante me levanté para saber qué sucedía. Parado en el cubo de la escalera puse atención y me dí cuenta que ella oraba a Dios con gran fervor. No es nada, pensé, ya había escuchado a mi madre llorar así mientras oraba en otras ocasiones. Cuando regresé a mi cuarto, oí una breve conversación en voz baja detrás de la ventana que da al patio trasero. No alcancé a entender lo que decían. Me asomé para ver quiénes estaban ahí, pero no vi a nadie en el jardín. Qué raro, pensé, de momento no le dí importancia y me volví a dirigir hacia mi habitación. Justo al cruzar la puerta escuché claramente una bella voz de una tesitura indescriptible, una voz de varón que con gran consuelo dijo: "No te preocupes hijita, todo va a salir bien".

 

Lo primero que pensé fue que mi papá había llegado, que había encontrado a mi mamá orando y, conmovido, trataba de confortarla, además, mi papá acostumbraba frecuentemente decirle "hijita". Yo no quería importunarlos, así que sigilosamente me asomé por la escalera (cuando uno es pequeño y ligero, es fácil no hacer ruido). Esperaba ver a mi papá abrazando a mi mamá, pero cuál fue mi sorpresa cuando vi a mi mamá de rodillas apoyada en el sofá sin nadie alrededor. Rápidamente corrí al cuarto de mis papás --de haber llegado mi papá, estaría su coche, pensé-- Me asomé por la ventana que da hacia la cochera, pero nada, mi papá aún no había llegado a la casa.

 

Esperé a que mi mamá terminara de orar. Bajé y le conté lo sucedido. Volvió a llorar, pero esta vez con una sonrisa y me dijo: "Escuchaste la voz de Dios, hijo".

 

Han pasado muchos años desde aquella experiencia, pero la recuerdo tan nítidamente como si hubiera sucedido ayer. Creo que jamás la olvidaré. Siempre me pregunté porqué Dios me había permitido escuchar su voz. Ahora lo sé.

 

En noviembre pasado, mi mamá, de 66 años, tropezó cerca de su casa y tuvo un fuerte golpe en el abdomen, también se lastimó una rodilla. Fue al médico para revisión. Luego de varios exámenes, una doctora le dijo: "tengo malas noticias, señora, los estudios confirman la presencia de un adenocarcinoma endometrial". Éste es un tipo de tumor maligno en la matriz. La noticia cayó como un balde de agua fría y ocasionó momentos angustiosos en todos los miembros de la familia. Todos estábamos muy preocupados, pero Dios es fiel. Mientras orábamos por ella, cada día, Él fue afirmando nuestra fe y dándonos su paz. Él nunca da marcha atrás a sus promesas, no importa cuánto tiempo haya transcurrido.

 

El 26 de enero, mi mamá fue intervenida para una histerectomía completa. Los médicos no encontraron afectación en ningún órgano periférico, tampoco en sus ganglios. No hay metástasis, gracias a Dios. Ahora mi mamá se recupera favorablemente. Aún los médicos manifiestan su asombro por su buen estado después de una cirugía de ese calibre a su edad.  La dieron de alta al tercer día. Dios fue fiel a sus palabras: "No te preocupes hijita, todo va a salir bien".

 

"Pacientemente esperé a Jehová,

Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;

Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.

Verán esto muchos, y temerán,

Y confiarán en Jehová.

Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,

Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;

Y tus pensamientos para con nosotros,

No es posible contarlos ante ti.

Si yo anunciare y hablare de ellos,

No pueden ser enumerados.

 

He anunciado justicia en grande congregación;

He aquí, no refrené mis labios,

Jehová, tú lo sabes.

No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;

He publicado tu fidelidad y tu salvación; 

No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.

 

Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,

Y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido."

 

Salmos 40: 1-5,9,10,16.


1 comentarios hasta ahora

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  1. alma
    almaAutor 03/02/2012

    Gracias por ttan bello testimonio; la gloria y honera sea para Dios.

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