He Aquí el Tabernáculo

por Miguel Hensley 14/04/2016 0 comentarios

"Cuán amables son tus moradas [tabernáculos], oh Jehová de los ejércitos!" (Salmo 84:1). O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:19). “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor” (2 Cor. 3:18). “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Tenemos empero este tesoro en vasos de barro, para que la alteza del poder sea de Dios y no de nosotros” lº (2 Cor. 4:6-7).

Dios ha mandado que la luz del evangelio brille en nuestros corazones para mostramos la gloria de Dios para que tengamos este conocimiento y andemos en lo
que hemos conocido: el tesoro.

En el tabernáculo del Antiguo Testamento vemos un cuadro que revela la habitación de Dios en el nuevo pacto. El Antiguo Tabernáculo estaba hecho de pieles de animales y por fuera era muy feo, no obstante por dentro tenía cortinas hermosas y varios ornamentos muy propicios para la adoración. Contemplar el tabernáculo por fuera provocaría a uno a decir: "No es posible que el Dios de toda la creación viva en algo tan poco atractivo, en algo que tiene un aspecto tan sucio." No obstante, cuando se terminó el tabernáculo, una nube cubrió la tienda de la congregación y la gloria del Señor llenó el tabernáculo (Exodo 40:34). Pablo dijo, “Tenemos este tesoro en vasos de barro.” Al ver la apariencia externa, el nuevo tabernáculo no tiene atractivo, se ve tan sucio, que ¿quién piensa que Dios pueda morar en un sitio así? Pero Pablo siguió diciendo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, de manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne,” mas según el espíritu que es el sitio de la morada de Dios.

Para muchos del pueblo de Dios esto no ha llegado a ser una realidad en su andar y su comunión el uno con el otro. Es una revelación al grado que al ver a nuestros hermanos y hermanas en el Señor con rapidez estamos apuntando a la tienda exterior de los cueros de los animales para declarar muy inconsistente, lo que vemos con la belleza del Señor, pero cuando el enfoque se torna hacia nuestra persona, pronto declaramos que el tesoro lo tenemos en vasos de barro.

Para algunos, la revelación de esto ha llegado al punto de estar siempre hablando de lo muy consistente y de lo muy fuerte que es otra persona en el Señor, no obstante cuando el enfóquese torna hacia ellos comienzan a hablar de las inconsistencias y la falta de habilidad que hay en sus vidas en comparación con la vida y la belleza del Señor.

Pero, mis hermanos y hermanas, "¡Cuán amables son tus moradas (tabemáculos), oh Jehová de los ejércitos!” Tú eres una creación de belleza a la vista de Dios. “Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efe. 2:10). La palabra “hechura” en el griego es la palabra poema. En Cristo Jesús somos el poema de Dios. "Nos hizo aceptos en el Amado" (Efe. 1:6). Es verdad que nuestra carne no es atractiva ni consistente con la vida de Jesucristo, pero “Toda carne es como la hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba: secóse la hierba, y la flor se cayó; mas la palabra del Señor permanece perpetuamente. Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:24-25).

¡La palabra de Dios para ti es Jesús! Al pasar del atrio de afuera en el tabernáculo y entrar en el lugar santísimo, vemos la gloria del Señor, no sólo los unos en los otros pero en nosotros mismos. Vemos a Jesús coronado de gloria y honra. Vemos al Señor alto y sublime, vernos todo esto, no en otro sitio, sino aquí, en nosotros, ahora.

“Cualquiera que confesare que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él. En esto es perfecto el amor con nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este
mundo” (l Juan 4:15-17).

“Como El es, así somos nosotros en este mundo.” Ahora somos como El! ¡Aleluya!


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