¿Es el hombre bueno o malo por naturaleza?

por Zabdiel Torres Gallegos 16/06/2023 0 comentarios

El misterio de la naturaleza del hombre ha sido cuestionado, analizado y estudiado desde los inicios de la filosofía, sin embargo, los autores han tenido diferentes opiniones al respecto. ¿El hombre es bueno o malo por naturaleza? ¿Cómo saberlo? La forma de responder esta pregunta afectará mucho en nuestra forma de ver el mundo, por lo que la verdad siempre debe ser nuestro objetivo, sin importar que tan agradable o desagradable sea.

En primer lugar, debemos tener claro que para que el hombre pueda ser bueno o malo necesita existir una forma objetiva de definir el “bien” y el “mal”. Es decir, no hay cabida para el relativismo, pues no tendría sentido los conceptos de “hombre bueno” y “hombre malo”. El tener una base imparcial de la realidad hará que seamos mucho más ordenados, pues de no existir el bien ni el mal cada ser humano podría hacer lo que mejor le pareciere.

Uno de los filósofos que aborda este problema es Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien nació en Ginebra, Suiza (aunque en ese momento era territorio francés). Este autor tiene una gran trascendencia en nuestros días, ya que mucha de la pedagogía actual se basa en sus escritos y filosofía. Una de las frases célebres de Rousseau es “El hombre es por naturaleza bueno, pero la sociedad lo corrompe después”, la cual nos dice que no hay maldad en el hombre cuando nace, sino que es cuando crece y convive con otros seres humanos que se hace malo. Entonces, desde este punto de partida la educación de un niño irá orientada hacia una persona “buena”, la cual tiene muchas implicaciones.

Rousseau fue un filósofo contractualista, que significa que tenía la idea de que el hombre hizo un contrato social entre la sociedad y el gobierno. Esto hace que, para el filósofo, en el estado previo a la civilización, el hombre es completamente inocente y no hay vicios en él. Entonces, según Rousseau ¿por qué se corrompe el hombre?: “El hombre comienza a evolucionar y aparece la división del trabajo y la propiedad privada, es decir, la igualdad natural entre los hombres comienza a desaparecer, y por esto, el hombre se corrompe”. Un punto fuerte de este argumento es que si realmente hubo una “igualdad natural” entre los hombres --por lo menos desde un punto vista económico— ésta sí comenzó a desaparecer, sin embargo, no creo que por causa de la división del trabajo y la propiedad privada el hombre se haga malo, ya que lo es desde un inicio.

Es entonces que Rousseau dice que surge el Contrato Social, el cual se encarga de organizar a un Estado justo para que no haya desigualdades. Así también, esta agrupación permitiría que los seres humanos se organizaran en una sociedad civil, de manera que también hay libertad, siempre y cuando se respeten los derechos de los demás.

Ahora, tenemos un filósofo inglés que tenía la visión opuesta a Rousseau, el cual era Thomas Hobbes (1588-1679). A pesar de que Hobbes también era un contractualista, pensaba que el estado natural del hombre sería el de la guerra constante, ya que, Hobbes afirma que el hombre es malo por naturaleza. Sin embargo, Hobbes plantea una solución a este problema, la cual se lleva a cabo por medio de la fuerza y del poder absoluto: “El nombre de tal bestia [Leviatán] fue usado por Hobbes para designar al Estado. Según él, la autoridad del Estado es, sin duda, monstruosa, pero es lo único que nos protege de otro monstruo bíblico [el Behemoth]” (Canal Filosofía, 2017, 9m5s). Esta segunda bestia, Behemoth, representa a la guerra civil. Lo que Hobbes nos quiere decir es que los hombres se organizan formando un Estado, no porque seamos buenos, sino por el temor que tenemos unos de otros. Creo que en muchas ocasiones esto ha sido verdad: las monarquías absolutas y los regímenes totalitarios son un ejemplo del “Leviatán”. Sin embargo, es interesante ver cómo hay ciertos países que no han requerido de un “Estado-monstruo” para que haya orden. Al contrario, su Estado es limitado y se ha reducido a funciones muy básicas y específicas, por lo que considero que es posible vivir sin la presencia del “Leviatán”.

En mi opinión, el hombre es corrupto de nacimiento, sin embargo, también creo que las naciones pueden gobernarse sin la necesidad de tener un poder autoritario que infunda miedo de modo que no nos matemos. Pero ¿cómo podría ser esto posible? Históricamente, en los inicios de lo que hoy conocemos como los Estados Unidos de América, el Estado era muy pequeño, es decir, no había tal cosa como un “Leviatán”, y a pesar de esto la gente podía vivir con bastante calma y orden. La razón de la paz en la sociedad norteamericana era el temor que tenían de Dios, por lo que, aún cuando no hubiera ninguna persona viéndolos, hacían lo correcto, ya que un Dios omnisciente sí los observaba. Con todo esto, no quiero decir que la sociedad era perfecta, o que los hombres eran buenos, pero es interesante saber que es posible vivir en paz sin la asfixiante presencia del Estado absoluto, regidos por una conciencia interior.

Finalizando, para muchos, la bondad o maldad del hombre es todavía motivo de debate, sin embargo, la filosofía de Rousseau es hegemónica en nuestro mundo posmoderno. No obstante, no hemos visto que el hombre mejore su conducta, sino todo lo contrario. A pesar de todo el dinero que se gasta en educación “incluyente” y “equitativa”, los países de Latinoamérica tienen cada vez más violencia. Incluso la teoría de Hobbes parece funcionar mejor, en los que los problemas de violencia se solucionan por medio de la fuerza bruta del Estado en contra de los maleantes (como lo es el caso de El Salvador). Con todo lo planteado anteriormente, me gustaría terminar con unas preguntas: ¿Cómo sabemos que el bien y el mal son objetivos? ¿Quién dice que robar, mentir o matar está mal? ¿Realmente eso es malo? ¿O acaso será que hay un ser superior externo a nuestro Universo que dicta objetivamente lo correcto e incorrecto? Esto lo dejo al criterio del lector.


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